domingo, 25 de octubre de 2015

“¿Tu para qué eres periodista?”, Mariano Ferrer

El profesional de la información guipuzcoano ofreció una conferencia en la universidad pública vasca a los alumnos de cuarto de periodismo

Hoy donde más se opina es en la información”, las palabras del periodista Mariano Ferrer resuenan en el auditorio de la Facultad de las Ciencias Sociales y de la Comunicación ante un público completamente embelesado. La sonrisa no abandonaba a Ferrer mientras narraba su experiencia como periodista de opinión y sus anécdotas sorprendieron a los más jóvenes del auditorio, como la experiencia que vivió en la Escuela Oficial de Madrid, donde la pregunta más profesional que se hacía a los estudiantes de periodismo era: “¿Donde está el balón?”, ante una fotografía de un partido de fútbol. “¿Tu para qué eres periodista?”, con esta pregunta retórica dejaba a los asistentes cavilando sobre sus prioridades vitales y profesionales, a la vez que atrapaba la atención de todos ellos, como solo un hombre versado en el arte de hablar ante un público joven e interesado sabe hacer.

 
 
   Este 'hombre de radio' construyó su propia leyenda durante los años setenta, cuando, todas las mañanas releía las noticias que publicaban los diarios, pero no de un modo meramente informativo. Ferrer se dedicaba a contar las noticias publicadas en los pocos diarios que tenían permitido un lujo que, para la mayoría de los medios de comunicación de la época, les era vedado, informar. Ante la prohibición que pesaba sobre los medios de comunicación, el periodista sólo podía leer las noticias que publicaban los diarios La Voz de España y El Diario Vasco, pero, de una manera diferente.
    
  Todas las mañanas señalaba las inmensas lagunas de información que había en los diarios y comentaba la diferencia que había en la manera de de contar una misma información entre diferentes periódicos. Un tipo de periodismo que le costó a Radio Popular, el medio donde él trabajaba, unas cuantas clausuras de breves intervalos por parte de las autoridades.


   “Era un programa centrado en la ironía, en enredar y sortear la censura”, contó Ferrer al auditorio perdido en sus recuerdos y arrastrando a los presentes hacia ellos. Una apuesta fue la que llevó al periodista ha abrir su programa con estas palabras: “Bueno, hoy dieciocho de diciembre y huelga. Saber que es miércoles”. A pesar de la absoluta prohibición que pesaba sobre la radio de nombrar en antena ningún comentario hacia las huelgas o manifestaciones que se realizaban. Dicha acción, y otras más propiciadas por Mariano Ferrer, trajeron varias censuras hacia la radio.


Revolucionario de su época
Informaba de manera diferente y opinaba de manera diferente. Instruido como periodista en la Universidad de Navarra y en la Escuela Oficial de Madrid, Ferrer acabó sus estudios en Estados Unidos, donde la libertad de expresión e información que se vivía entonces en aquel país, muy diferente a la de España, abrió los ojos y la mente de este gran periodista. En el país de las 'oportunidades' el periodista asegura que aprendió “todo lo fundamental sobre el periodismo”.




   Conocedor de sus virtudes pero más de sus debilidades. Ferrer comento claramente su incapacidad de mantener un contacto estrecho con una persona que, dadas las circunstancias, en algún momento tuviera que criticar. “Aprendí muy pronto a evitar mantener el contacto con los poderosos.- aseguró Ferrer- Para un periodista que quiera conservar su independencia mantener la prudencia en esta circunstancia es lo más sensato”. Siguiendo sus palabras, en la vida, y en el periodismo, se puede apostar, e incluso, hacer pequeñas traiciones a uno mismo, pero “jugar con la apuesta fundamental del oficio hay que tenerla clara”, finalizó Ferrer tajantemente. 


   Según el periodista guipuzcoano, otro punto del que tampoco es conveniente olvidarse a la hora de realizar periodismo, y en especial, periodismo de opinión, es que “la experiencia vital de cada uno no debe empañar la visión de la realidad y la capacidad de juzgar”.

De director a columnista
   Cuando Mariano Ferrer abandonó el diario Egin por problemas ideológicos con el Consejo de Administración que ocupó el diario, del cual había sido director durante un año desde su fundación, volvió a Radio Popular. Pero el panorama ya no era el mismo, gracias a la democracia y a la nueva e inexplorada libertad de prensa y de opinión, todos los medios podían informar; incluso con mejores recursos que la radio. “Decidí, por lo tanto, orientar mi periodismo hacia el comentario de lo que ya era público.- argumentó el periodista- En general, es útil definir el terreno de juego”.

 Mariano Ferrer: Saber cuál es el terreno de juego

   Tras esta vivencia, comenzó a trabajar en el diario El Mundo, y donde sus anécdotas de esa etapa embelesaron aún más al público del auditorio. Contó experiencias con Pedro J. Ramírez y la ambición de este, durante los primeros años de vida del diario, de desbancar al periódico El País. “Nació como un periódico regeneracionista y tenía la firme intención de acabar con Felipe González”, narró Ferrer. El periodista explicó que, al ver que no podía ocupar el centro progresista de España, la dirección de El Mundo decidió “virar de agujas para apoderarse del centro de la derecha”, que se había quedado en crisis tras el franquismo. Ese cambio de ideología afecto al puesto que Ferrer ocupaba en el diario; lo que empezó siendo un puesto como director de opinión del periódico acabó por convertirse en un puesto de columnista semanal en este mismo medio de comunicación. 


La lacra de las citas anónimas
   Mariano Ferrer dejó muy claro que una de las razones por la que el periodismo de opinión, e incluso el periodismo en general, estaba en decadencia era por la abundancia en los diarios de las citas anónimas. Según el periodista, las citas anónimas son “el autentico cáncer” de la opinión, con las cuales el diario que las utiliza tiene la oportunidad de decir “lo que le de la gana, sobre lo que le de la gana”.
   Ciertamente, existen realidades que no necesitan estar respaldadas por la firma de quién las dice, pero, como Mariano Ferrer afirmó sabiamente durante su discurso, una opinión “no vale nada si no se sabe quién está detrás”.
 



 
 
 

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